-Eran rarísimos. Tenían sólo dos ojos, dos manos y dos pies.

Un habitante de Plutón describe al extraplutoniano que vio.

La piñata está llena de sueños y los niños esperan ansiosos a que alguien venga y la pinche.

Claudia, siete horas chateando.
Pedro, cuatro en el Playstation.
Juan, cinco en internet.

Los escritores, desde el cielo, observan defraudados.

Al ver el éxito que tuvo su hijo, irónicamente, la madre de Freud se enamoró un poquito de él.

Por alguna razón, él pesa 21 gramos menos y ella 21 gramos más.

La estrella fugaz cuando vio al hombre pidió un deseo.

Revive ciego. Lentamente, va quedándose vidente y empieza a escribir de atrás para adelante, la última palabra de “Los conjurados”.

Con la resma del árbol que están por talar publicarán miles de ejemplares del futuro best-seller “Salvemos a los árboles”

Alguien descubrirá la teoría de la no gravedad y por fin podremos volar en paz.

-¿Cómo andás?
-Bien

-¿Cómo va?
-¡Bárbaro!

-¿Cómo estás?
-Fantástico.

Roberto tuvo el peor día de su vida.
Nadie lo supo.

Soñaba que soñaba que soñaba que soñaba que despertaba del sueño que soñaba que soñaba que soñaba que soñaba.

En el año 7659 el solitario científico se arrepiente de haber descubierto la inmortalidad.

Eva lo engañó con la serpiente.
Y aquí estamos.

-Uno, cero, cero, cero, uno, cero, tressss, ochooo, nueveeee, catorceeeeeee, siete mil quinietossssssss…

Un robot acaba de enamorarse.

Después de años y años y años de buscarla, encontró la llave.
Ahora, solamente le falta encontrar la puerta.

-Cruuuuuuunchhhhhhsssssssssssspojjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjssssssssstttttttttttttttttttttt

Ese fue el ruido que hizo su corazón al romperse.

Mirá- dice una nube a otra- esos humanos, ahí reunidos, tienen forma de conejo.